domingo, 19 de febrero de 2012

Logotipo Madrid 2020, recapitulaciones

En la entrada anterior hablé de la convocatoria del concurso para la elección del logotipo de la candidatura olímpica madrileña para las olimpiadas del año 2020. Hablé de las bases abusivas y del poco respeto al trabajo de los diseñadores, poco imaginaba lo que vendría después.
Todo el mundo conoce el logotipo ganador y raro es que alguien no esté al tanto de la polémica, pero aún así quiero escribir sobre ello, creo que es mi obligación.
He dejado pasar un tiempo para que se enfríen los ánimos y para dar tiempo a recopilar información.
Esta es pues la historia completa (al menos hasta la fecha, que cuando menos se lo espera uno, salta la liebre)


El día 31 de enero de este año se presentó a los medios el resultado del concurso, el ganador había sido un joven zaragozano llamado Luis Peiret.
Este chico creó un logotipo propio de un estudiante, de alguien no profesional, lleno de buenas intenciones, con una idea de base no demasiado mala pero con errores importantes.
El logotipo, insipirado según su autor en la Puerta de alcalá, es vistoso, bastante simétrico, con cierto dinamismo y aunque prescinde del color negro olímpico, los colores de los aros olímpicos se ven bien representados.
Al logotipo le falla la tipografía sobre todo, hay hasta tres muy diferentes en un mismo logo y alguna bastante chirriante con el cojunto, en concreto la de la palabra Madrid, que desentona totalmente. Además el conjunto parece el resultado de un trabajo apresurado y poco trabajado.
Pues bien, una vez elegido y según rezaba una de los puntos de las absurdas bases, el logotipo fue puesto en manos de una angencia, en concreto Tapsa, para que lo retocara.
¿Qué sentido tiene organizar un concurso para no respetar el resultado? ¿Para qué gastar el dinero de esa forma en el desprecio hacia el diseño gráfico?
Pero cuando llegó la polémica fue cuando Tapsa presentó su versión.
Lo que la agencia realizó no fue un retoque, sino un logotipo prácticamente nuevo que no sólo no mejoraba el original, sino que era claramente peor.
En el logotipo de Tapsa desaparecen los colores olímpicos totalmente pues el color oscuro que recordaba al negro es sustituido por un magenta inapropiado. Las formas rectangulares que recordaban las diferentes alturas del monumento madrileño aquí han sido sustituidas por formas ovoides arbitrarias y ridículas, lo cual atenta contra la voluntad del autor del primer logo y desvirtua todo el trabajo. 
Si en el trabajo original existían errores con la tipografía, en este podemos hablar de desastre tipográfico. En primer lugar, sobre las formas de colores aparece una letra m, minúscula para más inri, y el número 20, pero al intentar ocultar la base de todos los caracteres y deformarlos para que encajen en el imagotipo, deja de leerse m 20, para leerse 20020. Por más que insistan los de Tapsa, eso no es una m.
Para colmo, el punto de la i en la palabra Madrid, está tan inclinado y alargado que se convierte en un acento.
El conjunto es un despropósito injustificable aunque la agencia lo haya realizado de forma gratuita. Es una falta de respeto absoluto hacia la obra original y casi una tomadura de pelo que se nadie reparará y que permanecerá hasta que se decida cual será la ciudad olímpica en el año 2020, ya que los políticos que lo promovieron lo defienden y se niegan a cambiarlo.
Tras la aparición del logotipo, internet se llenó de apresurados comentarios en su contra. Pronto todo el mundo hablaba de ello y hasta hubo quien intentó sacar tajada del asunto, en concreto una empresa fabricante de muñecos gays (sic) que intentó que prosperara una acusación de plagio que, supongo, caería en saco roto pues no se sostenía, ya que la similitud entre ambos logos era tan peregrina como casual.


Los diseñadores estamos tan acostumbrados a soportar estos desprecios que hemos aprendido a tomarnos la profesión con humor, por lo cual no pasó mucho tiempo hasta que circulasen en internet interpretaciones del logo, siendo la más ocurrente la que lo comparaba con un manojo de chanclas de baño.
Y es que hay que reconocer que el logotipo se parece mucho más al calzado playero que a la Puerta de Alcalá. Y claro, si hay un logotipo para las de verano, tiene que haber uno para las de invierno.

Por cierto, no cito aquí a los autores de las versiones humorísticas porque no los conozco, pero agradecería que alguien me informara si lo sabe.
Dejando la mofa a un lado, el logotipo de marras ha continuado ocupando su espacio en los periódicos. 
Cuando preguntaron a Tapsa por la desaparición del color negro y por el acento en la i, adujeron que el color negro había desaparecido porque "Pesaría mucho en la composición" y porque los aros olímpicos ya se verán en su día junto al logo. Con lo cual no sólo se cargan de un plumazo el concepto fundamental que da sentido a su trabajo, el de representar una candidatura olímpica, sino que además demuestran una falta de profesionalidad enorme al no saber resolver algo tan sencillo.
Ninguna justificación dieron sobre el hecho de escribir Madrid con minúscula, y cuando se les preguntó por el acento, dijeron que se debía a la tipografía utilizada, la Baar Sophia, en la cual el punto de la i tiene esa forma. De nuevo una muestra de no conocer su trabajo pues cualquier tipografía puede ser modificada en un aspecto como ese y es algo que se hace continuamente en el diseño de logotipos.
A raiz de conocerse el nombre de la tipografía utilizada, el equipo de Graffica.info entrevistó a su creador, Lutz Baar, descubriendo que ignoraba que su tipografía hubiera sido utilizada en el logotipo.
La tipografía Baar Sophía fue diseñada para uso personal y está colgada en la web del autor donde deja claro que en caso de usarse para fines comerciales se debe comprar, pero Tapsa no lo hizo, con lo cual se vió obligada a pagar 1.500 euros de indemnización.
Parece mentira que una empresa de la importancia que tiene Tapsa ignore que las tipografías no son de uso libre pues son la obra de una autor y a él corresponde decidir si pueden ser usadas libremente o previo pago.
La continua presencia del logotipo en la prensa, y siempre por causas negativas, ha ocasionado un deterioro en la imagen del diseño en España, ya de por sí maltrecha, y eso ha llevado a los diseñadores y a las asociaciones de diseñadores a pronunciarse.
Cinco profesionales del diseño de reconocido prestigio como son; Oscar Mariné (Premio Nacional de Diseño 2010), Álvaro Sobrino (presidente de la Asociación de Directores de Arte y Diseñadores Gráficos del FAD), Josep María Mir (director creativo de Summa Branding), Roberto Turégano (Premio Asociación Española de Profesionales del Diseño Trayectoria Nacional en 2007) y Luis Úrculo (diseñador y arquitecto, creador de proyectos gráficos para Philippe Starck) fueron entrevistados por el diario EL País y todos manifestaron su rechazo.
Hubo un sexto entrevistado, pero no comento su respuesta por vergüenza ajena.
Además de estos diseñadores, ocho asociaciones profesionales suscribieron un comunicado con idéntica intención, la de denunciar el desaguisado.

Concluyendo, sólo me queda decir que siento vergüenza por todo lo ocurrido, por el desprecio hacia el diseño por parte de quienes convocan los concursos y que suelen ser los clientes más importantes, los políticos. 
Que, como diseñador, me he vuelto a sentir menospreciado y ultrajado una vez más.
Que lamento la imagen que España dará en el extranjero con un logotipo burdo y chavacano, que será superado por los de las otras candidaturas, como el último por el momento en presentarse, el de la ciudad catarí de Doha, una obra bellísima que representa a la ciudad con dignidad y elegancia y que viene acompañado de una aplicación gráfica de igual belleza.

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